Al final va a ser que sí que podíamos ser campeones del mundo. Vivirlo en Tokio, tan lejos de España fue una experiencia cuanto menos curiosa. El día de la final decidimos ver el partido en un pub inglés de Shibuya que resultó estar abarrotado de españoles, la tensión que nos generó el partido, especialmente por ver tan cerca los temidos penaltis, provocó un estallido de abrazos y lágrimas como no recuerdo otro. También es verdad que por el cambio horario el partido en Tokio se vio de 3:30 am hasta las 6 y algo de la mañana así que decidimos coger el último metro y plantarnos a las 12:30 para empezar la fiesta. El lunes en la oficina, algunos directos al trabajo sin dormir, fue de los peores que se recuerda.
Para celebrar el campeonato, aproveché un par de días de compensación por trabajar en fin de semana y me planté en Taipei de jueves a domingo para hacerle una visita a mi compi Carlos (gracias por todo) y al resto de gente de bien que vive por esos lares.
Por lo contado por mis compañeros y lo que he experimentado estos días la vida en Taipei es cuanto menos muy buena. Monumentalmente tiene poco y dediqué la mayor parte del tiempo al turismo gastronómico y fiestero. Sin excesivo tiempo de viaje para salir fuera de Taipei, me limité a visitar el memorial al dictador Chiang Kai-shek. y subir al Taipei 101, el segundo edificio más alto del mundo.
Después de un análisis pormenorizado he decidido otorgarle a Taipei un 9 en la escala Miguel/Richter de calidad. Los puntos fuertes sin duda la gastronomía y la fiesta (discotecas, pool parties etc...). Gran ciudad para el que, como yo, aprecie "asomarse de cuando en vez al balcón de la vida disoluta"
De regreso el Domingo a Tokio volvió a asaltarme la misma sensación que la última vez que salí de Japón, "Qué ganas de volver a casa!". Sensación extraña cuando te das cuenta que ahora mismo tu hogar se encuentra a más de 10.000 km de Madrid. ^^
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